Blog Prevención del Duelo Complicado

El duelo es universal y es necesario para adaptarse a la nueva vida sin la persona querida fallecida.
¿Qué ocurre cuando la persona que sufre la pérdida tiene alguna discapacidad?

Habitualmente, por “legado”, entendemos a las herencias materiales que dejaremos al morir. Sin embargo, la herencia recibida tras el fallecimiento de alguien querido va más allá de los elementos tangibles. Hablamos de un legado muy valioso, aquel que se desprende de la persona, de su experiencia vital y compartida: el legado de vida.

Habitualmente, por “legado”, entendemos a las herencias materiales que dejaremos al morir. Sin embargo, la herencia recibida tras el fallecimiento de alguien querido va más allá de los elementos tangibles. Hablamos de un legado muy valioso, aquel que se desprende de la persona, de su experiencia vital y compartida: el legado de vida.

Sepulcro, panteón, tumba, mausoleo, túmulo, necrópolis…Estos son solo algunos de los términos que usamos para referirnos a las diferentes construcciones de arquitectura ligada a la muerte, conocida como arquitectura funeraria.

Las voluntades anticipadas son un documento de instrucciones previas que permite que las personas pueden decidir de manera anticipada su voluntad acerca del cuidado, el tratamiento de su salud o el destino de su cuerpo en el momento en el que tienen plenas capacidades para tomar
decisiones.

Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional del duelo gestacional y neonatal, un día señalado que tiene como objetivo concienciar y sensibilizar a la sociedad sobre este tipo de pérdida.

La tendencia natural de nuestro cerebro en los primeros momentos del duelo es buscar la cercanía física y emocional con la persona fallecida, de modo que la explicación racional de por qué ya no podemos conversar o sentir un abrazo de esa persona puede no ser suficiente en estos instantes.

La muerte de una pareja supone un vacío emocional, ya que se pierde a la persona amada. Pero también supone una serie de vacíos estructurales que deja quien fallece y que afectan a los estilos y hábitos de vida de la persona, repercutiendo en su día a día.

Así definía Figley (1982, 1995) al concepto “estrés traumático secundario: el coste de cuidar” a veces utilizado como fatiga por compasión, otras como desgaste por empatía. Llamamos así al estrés resultante de la relación de ayuda, de la empatía y del compromiso emocional en las relaciones con los/as demás.

Partimos de que no hay una única manera de vivir el duelo y de que son las diferencias individuales las que determinarán el proceso único de cada doliente. Al igual que una situación de estrés, este proceso de duelo puede verse influenciado por variables de personalidad, culturales, si hay percepción de apoyo o no, e igualmente, por la identidad de género.

En este blog aprenderemos que suelen darse dos formas de afrontar el duelo. Siempre habían estado asociadas a lo masculino y femenino dependiendo si este era expresado de forma más retraída o, al contrario, de forma más manifiesta respectivamente. Hoy sabemos, gracias a los estudios sobre los grupos de duelo, que no tiene por qué ser así, pero la cultura de roles de género sí puede influir.

Érase una vez una niña de 9 años de nombre Candela, y Samuel un niño de 10 años. A los dos se les murió durante este año una persona muy importante; en el caso de Candela, su padre y en el caso de Samuel su madre. A continuación, contaremos de forma breve la historia de estos dos duelos.

El duelo perinatal sería menos difícil si pudiera dejar de vivirse desde el silencio y la soledad. Reflexionamos sobre el sufrimiento de madres y padres que pierden a sus bebés no nacidos o que fallecen prematuramente y ofrecemos recursos que pueden ser de ayuda.