Podemos considerar droga a «toda sustancia que, introducida en el organismo de una persona, produce cambios en su percepción, emociones, su juicio o su comportamiento, y es susceptible de generar la necesidad de seguir consumiéndola».
Si leemos detenidamente la definición encontramos las siguientes características:
Se debe introducir en el organismo (por diversas vías) para que produzca un efecto. Modifica la actividad del sistema nervioso: hay sustancias con efecto depresor (alcohol, heroína,…), estimulantes (cocaína, éxtasis,…) y perturbadoras (LSD…).
Su consumo puede generar dependencia.
Aunque existe una limitación legal para no poder consumir alcohol y tabaco hasta la mayoría de edad. La realidad nos dice, que los jóvenes inician sus consumos en torno a los 14 años.
Este consumo a edades tempranas, supone un deterioro en el desarrollo del sistema nervioso, ya que recientes estudios neurobiológicos nos dicen que la neuroplasticidad del cerebro es muy importante hasta los 21 años, y que las áreas más importantes de la corteza cerebral se ven afectadas por consumos realizados antes de esa edad.
Aunque es complicado mantener esta pauta ya que vivimos en una sociedad que valora mucho la libertad para consumir, y en la que no está de moda poner límites al consumo, como padres podemos ejercer este cuidado hacia la salud de nuestros hijos protegiéndoles de los riesgos de tomar tóxicos antes de alcanzar la madurez.